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SemMéxico, Cd. de México, 19 de mayo, 2022.-

Esta imagen del performance escenificado en la Plaza Lerdo en Xalapa, Veracruz, parece ser la síntesis de la protesta feminista sucedida ayer en por lo menos 18 ciudades de México, de norte a sur, de este a oeste. Una señal de luto nacional, un hasta aquí o el basta ¡de 1994, una reacción en cadena por el atropello y asesinato de miles de mujeres en México.

 

Se llamó en día laboral, un miércoles cualquiera de tarde calurosa, como diciendo, con grito valeroso ¡Por nuestro derecho a vivir libres de todo tipo de violencia! ¡no daremos ni un paso atrás!

 

Y se repitió en plazas, encima o debajo de monumentos, atrios y pórticos de iglesias y catedrales, sobre el cuerpo, con vestidos de papel, frente a las fachadas de las inútiles fiscalías, los palacios de gobierno, el doloroso memorial de las víctimas de feminicidio: ahí para que no se olviden sus rostros, sus cuerpos, sus nombres, sus filiaciones, sus heridas, sus manos, la acumulación de años esperando justicia.

 

Una movilización, también, por la muerte y trágica perdida de un Estado de Derecho, donde la vida de las mujeres no vale nada, como argumenta, el manifiesto preparado por el colectivo Todas México, visible convocante, independiente.

 

Y es que el luto nacional surge a causa de la realidad que se acredita así mimos, en México, su militarización, su ingobernabilidad, su indolencia. Contra la impunidad y la corrupción de las autoridades quienes por acción y omisión.

 

En todas las plazas donde aparecieron los performances, las batucadas, los tendederos, las feministas simulando su propia muerte, vestidas de negro, con velos cubriéndoles el rostro, sosteniendo aquí y allá, cruces rosas con nombres, fechas, números de expedientes adocenados en las fiscalías.

 

Todas –se ve en cada fotografía- inventando, hartas, el documental de su indignación y su hartazgo. Porque esta vez, no era 25 de noviembre, ni 8 de marzo, ni la fecha conmemorativa del feminicidio de Mariana Lima, María del Sol Cruz Jarquín, Lesby Berlín, Ingrid Escamilla; eran los de Victoria, Luz, María, Graciela, Rosario, Sulema, Martha, Lucía, Sonia, Margarita, Luz Ma., las desparecidas y asesinadas en 28 entidades del país donde se ha declarado la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres, las que cada familia –más de 25 mil- recuerdan, esperan, sufren por su desaparición o asesinato. El recuerdo de sus sueños, pero también, el recuerdo de sus fortalezas.

 

Se repitió una encadenada súplica, demanda, declaración: que el presidente el país ponga atención urgente a la violencia feminicida “no podemos seguir coleccionado fichas de mujeres desaparecidas, de mujeres que han sido asesinadas, pedimos justicia, justicia para las familias que esperan”, como consigna la periodista Josefina Aguilar Pastor desde Chilpancingo; pero que se repitió en Nuevo León, en Tabasco o en Oaxaca.

 

Y es que los delitos contra las mujeres están cada vez más ligados, entre sí: feminicidios, desaparición forzada, trata con fines de explotación sexual, los de la delincuencia organizada que suma más de 55, sólo este año en las zonas de narco en Michoacán, delincuencia organizada, dice Todas México, muchas veces solapada, protegida e incluso actuando como metaestructuras con el poder en los territorios que habitamos y transitamos las mujeres y niñas mexicanas.

 

 

 

 

Edición: Leticia E. Becerra Valdez

 

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