Everyldo Gonzalez

Por: Everildo Gonzalez Alvarez

Vamos a continuar conociendo de la vida de Fernando Méndez Velásquez, UN ILUSTRE ZAMORANO Sus composiciones todas tenían el sello de una personalidad, el inconfundible estilo de los que, de verdad, son artistas. De una gran sentímentalidad, de una inspiración sana, de una sencillez clásica, su obra perdurará, a pesar de que para la zarzuela chica, escribiera. La Zarzuela chica es casi el único medio que tiene el músico para darse a conocer en el teatro, lo mismo en España que en las naciones que fueron sus hijas

Su gallardía y modales distinguidos hacían suspirar de entusiasmo a muchachas casaderas; pero él enamorado de la música hacia poco caso de los dardos del amor.
Por fin se rindió al amor y sostuvo relaciones llenas de romanticismo con la virtuosa y distinguida señorita Mercedes Padilla, pero dada la oposición de los padres de ésta, desilusionado salió a Guadalajara en busca de gloria; donde a la sazón estaba de temporada la compañía de opera y zarzuela en la que figuraba como primera actriz Esperanza Iris y como maestro de la orquesta Manuel M. Morales y Roberto Contreras.

Como nuestro Fernando tocaba muy bien el piano y tenia facilidad asombrosa para leer a primera vista toda clase de composiciones musicales, no bien se presentó con aquellos excelentes maestros cuando ingreso a la orquesta como director de coros, donde alcanzo por experiencia necesaria para ocupar el puesto que dejo vacante el expresado señor Morales, cuando murió.

En Guadalajara cultivo la amistad de varios poetas, a quienes sugirió la idea de que escribirán algunas obras teatrales a las que Fernando puso música agradable y ligera que constituyó un verdadero éxito.

Su corazón ya se había curado de la onda herida que le causo su primer amor truncado por las exigencias paternas, y abrió sus sentimientos a la señorita Sofía Haller honorable y distinguida artista que formaba parte de la compañía ya dicha de Esperanza Iris, en calidad de damita joven. Unidos en matrimonio civil y eclesiástico hacia el año de 1905, salio la pareja rumbo a la capital de la Republica.

Se hizo amigo del notable poeta y dramaturgo José F. Elizondo, que por entonces ya había alcanzado celebridad con su bonita obra Chin-chun-chan, y juntos escribieron la gloriosa y bella revista Las Musas del País o Musas Mexicanas, como le llamaba el público.

Con esta obra se consagro definitivamente el talento musical de Méndez Velásquez, y la página de su inspirada danza romántica Ojos Tapatíos se han inmortalizado, no solo en México, sino en el mundo entero. En el año de 1909, al interpretarla el maestro Miguel Lerdo de Tejada en los estados Unidos Americanos, tanto a él como a los mexicanos de allá, les arranco lagrimas de amor patrio.

En la inolvidable época de las tandas del principal Fernando dirigía la orquesta, cuando tanta fama conquisto la incomparable artista María Conesa.
No obstante sus éxitos en México, su alma bulliciosa lo llevo a Cuba con un contrato ventajoso. A demás partió en busca de salud, pues su corazón que tanto había sentido, empezaba a fallarle, hasta que lo traiciono cortando esa luz zamorana cuyo restos mortales deberían descansar en la tierra mexicana”.

Por otra parte, un reportaje de Alfonso Degollado, publicado por la Gaceta Zamorana afirma que Fernando Méndez Velásquez fue tío del actor Julio Alemán, pues el actor es hijo de José Méndez Velásquez, hermano de Fernando.

También afirma que una calle y el jardín ubicado frente al Santuario Guadalupano llevaron el nombre del músico y compositor zamorano.

Méndez Velásquez fue un zamorano de éxito digno ejemplo para las nuevas generaciones.

Un tiempo después se fue a la ciudad de México, en donde dirigió la orquesta en las célebres tandas del Principal, teaatro que llenaba de admiradores María Conesa. Trabó amistad con Pepe Elizondo, que ya triunfaba con Chin-Chun-Chan, y juntos produjeron una revista que hizo mucho ruido: Las Musas del País, cuyo número Los Chichicuilotes tuvo gran fortuna. En colaboración con Humberto Galindo, regiomontano radicado en la capital, creó otra zarzuela que obtuvo muchas representaciones: El Rosario de Amozoc.

En 1908 y 1909 fue a la ciudad de Monterrey, y en esa ciudad, trabajó en la compañía de Prudencia Grifell, conocida actriz que filmó varias películas. Hizo hermosa obertura y subrayados musicales al poema lírico-dramático de Celedonio Junco de la Vega: Dar de beber al sediento, que fue estrenado el 30 de abril de 1909. Hizo también una treintena de operetas y zarzuelas, además de las mencionadas: El príncipe heredero, Sangre azul, Verónicas y boleros, Los aristócratas, Después de un beso, etc. Fue a Cuba, y murió en la Habana el 8 de mayo de 1916, a los treinta y cuatro de edad.

Dirigía en el Teatro Martí de la Habana la opereta El barrio latino, cuando al mediar la función abandonó de pronto la batuta y vomitando sangre se dirigió congojosamente al escenario. Fue llevado a la Casa de Salud del Centro de Dependientes, donde murió a los pocos días. En 1961 fueron reintegrados sus restos a su tierra natal. Lo que no sé es si están en Zamora o en otra ciudad.

Entre las personas que asistieron a su entierro y que la lluvia nos permitió ver, recordamos a D. Federico Gamboa, Ingeniero Joaquín Capilla, Alejandro Michel, Mario Victoria, Alfredo Barreras, José J. Gamboa, Luis Barreiro, Julián Sánchez Santa Cruz, Santiago Suárez, Leopoldo Beristáin, José Soto, Enrique Parra, J. Junco, Clementina Morín, la celebre artista mexicana, Juan Manuel Gallego, el maestro Moisés Simons, Vicente García Babero, Julián González, numerosos artistas y la orquesta en pleno de Martí”.

 

 

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