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J. Luis Seefoó Luján
Lluvias “atípicas”?
Con variaciones, pero sin falta, entre junio y septiembre es altamente probable que llueva en Zamora y su región. También se tiene alguna idea acerca de la temporada de huracanes, que sin ser exactamente igual un año que otro, los vientos fuertes de Ehécatl se registran más en este periodo que en noviembre o diciembre.
No debería ser una sorpresa que entre el 8 y 17 de junio se formaran fenómenos hidrometereológicos (Dalila, Erick, Bárbara) que impactan los espacios urbanos y trasladan enormes volúmenes de agua a presas, ollas y al subsuelo.
Tampoco hay que abrir mucho los ojos y mirar lluvias “atípicas” como causantes de encharcamientos e inundaciones en las tenencias, colonias y en el centro de la ciudad. En buena medida, lo que ocurre en Valle Dorado, La Libertad, Pradera, no es sólo a causa de la precipitación pluvial sino de las políticas de urbanización.
Funcionarios de planeación urbana, albañiles y arquitectos identifican los “puntos bajos” localizados en esos espacios, zonas inundables contempladas en los planos del Programa de Desarrollo Urbano 2009. No es de gratis que los “lagos” formados correspondan a sitios que la gente bautizó como “El Ranero” y “Las Jarillas” (Los Tules). También saben por qué se llenan de aguas negras las rinconadas de Progreso Nacional (16, 18) en la proximidad de Santa Fé, CEDECO de Valencia (Guadalupe no. 45) y no ignoran que el encharcamiento en la rinconada 5 no se resolverá con el desazolve practicado cada semana.
Los antiguos plomeros y albañiles no construyeron en las partes bajas del valle sino en laderas de los cerros. No es ninguna casualidad que hubiese asentamientos en El Curutarán ni que llamaran al valle Tzirondaru (“lugar de Ciénegas”).
Todo plomero, topógrafo e ingeniero civil, sabe, intuye o sospecha que el agua obsequiada por Tláloc, se filtra más rápidamente en las áreas verdes, parques o jardines cuyo suelo no ha sido excesivamente compactado (o de plano encementado) y que poseen una floresta suficientemente robusta como para amortiguar “el golpe” del agua y facilitar el flujo hacia el subsuelo. Estas son verdaderas “esponjas” que retienen el exceso de agua y lo almacenan bajo el suelo.
No lo ignoran, les emocionaría talar, mutilar o derribar árboles en Cosmos mas no se inquietan por equipar de agua (colocar una toma) y replantar en los casi desiertos campos de Valencia menos en invertir en el sueño de Angélica (Medio Ambiente Zamorano, MAZ, AC) que impulsa Paty (Tierra Viva) casi con las uñas en “Vías Verdes”.
Nada sorprendente escuchar en voz de funcionarios municipales de alto nivel: “veo muchos árboles aquí en Cosmos”. El pequeño pulmón de 4120 metros cuadrados de Cosmos se convierte en un problema.
¿Tiene algo de extraño que en las nuevas albercas de la Juárez y otras calles -donde se han colocado topes y bordes de las ciclovías- el agua encharcada dure más tiempo y/o se redistribuya conforme los vehículos hacen olas y bañan a los peatones?
Si lo que anoto no es del todo equivocado y si los funcionarios públicos son casi los mismos, gobierne el PAN, PRI o Morena, si el PAN ha manejado el presupuesto zamorano durante unos treinta años, ¿por qué se sorprenden?
Extracción de agua, hundimientos, encharcamientos y otras sorpresas
Parece obvio que no se puede “chupar” agua del subsuelo, sobre todo cuando éste es arcilloso (barro), sin que haya consecuencias, pero la colocación de “más popotes” (perforación de pozos), el desecamiento (Canal del Calvario, 7 km desde La Lima hasta El Olimbo -po, comodato gobierno municipal 2007; prohibición del entarquinamiento 1997), la “ruptura de venas hídricas” (Santuario 2021-22, Titanic o CRAM, 2004), el “taponamiento de los poros del suelo” (planchas de concreto) y la tala en las áreas verdes, traen como resultado un “vaciamiento” del agua subterránea.
Enseguida transcribo casi textualmente el material que expuso el Dr. Victor Manuel Hernández Madrigal en el Seminario sobre la Cuenca del Duero (Colmich junio 5 de 2025). El estudio encabezado por Hernández Madrigal (UMSNH, 2024) muestra que la ciudad de Zamora se ve afectada por cuatro fallas superficiales a las que bautiza como: “Centro”, “Colegio”, “Porvenir” y “Campestre”. Tales hundimientos son conocidos, en otras especialidades, como asentamientos sobre antiguos cauces.
Centro y Colmich (en mención al Colegio de Michoacán) son más antiguas, presentan importante grado de impacto urbano, una tasa de hundimiento máximo de 15.2 mm/año con tendencia de desaceleración, y dirección general norte-oeste/ sureste con trayectoria cóncava hacia el sur donde se ubica el bloque hundido.
La falla “Porvenir” tiene una trayectoria oeste-norte-oeste / este sur; semicóncava hacia el norte donde se ubica su bloque caído y tasa de hundimiento máximo de 9.3 mm/año también en desaceleración. En estas tres fallas la ubicación del bloque hundido y trayectoria del escarpe no son congruentes con la geometría del fallamiento regional, pero sí con la antigua trayectoria del río Duero y canal Los Espinos (fallas Centro y Colegio), y del dren El Calvario (falla El Porvenir), por lo que su control estructural se asocia a paleocanales y sus factores condicionantes a depósitos fluviales de las épocas prehispánica y colonial.
En contraste, la falla superficial Campestre, que es la más joven de todas y también la que mayor impacta a la infraestructura habitacional, presenta bloque caído al sur y dirección oeste norte oeste / este sur coincidente con la falla profunda Villa Fuerte y la geometría del bordo septentrional del mayor hundimiento regional del Valle de Zamora.
¿Cómo suplir la recarga al subsuelo por entarquinamiento?
Una hectárea entarquinada a 80 centímetros de profundidad, almacenaba 8,000 metros cúbicos; o sea unos 24,000,000 de metros cúbicos calculados a “ojo de chalán de plomero. Es posible que se trate de un mayor volumen porque cuando el río Nilo (Duero o Patria) llenaba de “tarquín”, las tierras de Tamándaro, en el punto de desfogue de la parcela, tenían una profundidad mayor a 180 centímetros.
Todo contador y administrador sabe que no podemos sacar dinero de una cuenta bancaria hasta el infinito y más allá; que retirar del cajero sin depositar nos lleva a un déficit y que los “castigos” (costos u intereses) pueden ser altos; saben que cargos y abonos deben equilibrarse bajo el principio de la partida doble, donde cada operación afecta al menos dos cuentas.
Y las dependencias municipales que dirigen la cuestión medioambiental están bien fortalecidas de contadores y administradores; los biólogos y agrónomos son escasos. Quizá Zamora carece de agrónomos y la Universidad Nicolaíta no nos provee de biólogos, menos de agroecologos.
¿Cómo recuperar algunos de esos millones de metros que se infiltraban para lograr un equilibrio hídrico dinámico? En el ciclo del agua se olvida la partida doble, en los negocios no.
¿No pasa nada?
Quiera Alá que se pudiera “chupar” agua sin límites y sin ningún costo, pero basta asomarse a la calle Leona Vicario, cerca de Niños Héroes, donde la Dirección de Obras Públicas aplicó una reparación a la calle; mirar asombrados que en la privada Cedro –espaldas de El Colegio de Michoacán fue demolida una casa o frente al Colmich (también dentro, frente a la biblioteca), para tener una idea más clara de lo qué refiere Hernández Madrigal cuando platica de la subsidencia por sobre explotación del agua. El millón de pesos o más que significó la casa demolida en privada Cedro ilustra un poquito el concepto “grado de impacto urbano” o GIU.
¿Los desastres nacen o se hacen?
Sí, sí, claro, señores del SAPAZ y de Planeación urbana de Zamora, si no lloviera no habría inundaciones ni charcos, pero no podemos -ni queremos- evitar que llueva. Si podemos y hemos sido exitosos en alterar el ciclo de la lluvia; hemos logrado que llueva mucho donde no hace falta y esté seco donde se necesita. Inundaciones y hundimiento son obras humanas no de la Naturaleza.
Reitero: no se puede extraer agua del subsuelo sin costos ambientales y económicos. La perforación de pozos, el desecamiento (Canal del Calvario; prohibición del entarquinamiento), la ruptura de afloramientos (Santuario, Titanic), las planchas de concreto (Santuario, Soriana, Sentura), la tala en los cerros y en las áreas verdes, traen como resultado un “vaciamiento” del agua subterránea y hundimientos del suelo. Nada es de gratis, eso es resultado de malas decisiones.
El pequeño bosque de Cosmos captó no menos de 114 metros cúbicos entre el 24 y 25 de junio, no es un problema, es parte de la solución!
Zamora, Michoacán, junio 27 de 2025
seefoo@colmich.edu.mx
Edición: Leticia E. Becerra Valdez
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