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Arturo CEJA ARELLANO


Por primera vez en la historia, a partir de la creación del Partido Revolucionario Institucional, en una clara muestra de agonía política, no tuvo la capacidad para elegir a alguien de su escasa militancia, para que contendiera como candidato oficial para la Presidencia de la República para el próximo año. Tuvo que aliarse con los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, en un intento por no desaparecer, lo que parece inevitable. (agua, tierra y aceite).


Desde la llegada de “Alito” a la dirigencia nacional, fue notorio el debilitamiento del partido tricolor, que había visto ya las estampidas a tropel de la militancia, principalmente la que sentía que ya no tenía oportunidad alguna para seguir “mamándole a la ubre del presupuesto nacional que, dicho sea de paso, es muy, pero muy jugoso.


El “efecto cucaracha” se dio en todo el país, alentado por la ambición y el deseo de seguir metidos en e juego político y no solamente del PRI, sino de todos los institutos políticos ya existentes, que saltaron espectacularmente como los “grandes grillos entrenados” que son. Muchos fueron los que cambiaron de color y hasta de chaqueta, principalmente porque con un golpe de suerte, continúan disfrutando las mieles del presupuesto que, en nuestro país bien que vale la pena, porque son muchos, pero muchos los millones de pesos que se reparten, autorizados por el Instituto Nacional Electoral, que lo recibe del gobierno federal, producto de los impuestos que pagamos los mexicanos.


Con la pérdida de fuerza, como consecuencia de la graciosa huida de grupos diversos (porque se fueron en bolita) del Partido Revolucionario Institucional, perdió la capacidad de contar entre sus filas con “militancia sana”, pero sobre todo de líderes natos, con carisma y poder de convocatoria; con gente confiable y honesta, que convenza al electorado de que es la mejor opción. La caballada en el PRI está muy, pero muy flaca de plano; a tal grado de que “los corrales están vacíos”, y ello se puede palpar con inmuebles de los Comités Municipales bajo llave y abandonados.


El peor de los casos, fue que el PRI no apoyó a quienes aspiraban a la candidatura, por lo que unos declinaron y a otros los declinaron, como a Beatriz Paredes, la eterna Beatriz, a quien conocí allá por el año de 1992, ya era reconocida militante, que ha vivido por lo menos medio siglo de la política, ocupando casi todos los cargos púbicos habidos y por haber, y quería cerrar con broche de oro siendo candidata y tal vez presidente de la República; pero fue derrotada sin contender, por Xóchitl Gálvez, figura desconocida (para mi), pero con trayectoria en el PRD; mujer que fue destapada y encumbrada por el mismísimo PEJE, con quien se enfrascaron en perruno duelo de dimes y diretes, ganando la fémina a su odiado rival, quien en ninguna de sus mañaneras se imaginó que, en lugar de acabarla la iba a revivir. Y como no se dejó, eso le valió que los del Frente Amplio voltearan sus ojos hacia ella y la eligieran sin necesidad de acudir a la votación.


Creo, por lo tanto, que el PRI va derechito a ser conocido como RIP, en el juego político de nuestra nación.

 

 

 

 

Edición: Leticia E. Becerra Valdez

 

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