“Polvo eres y en polvo de convertirás”, rezan algunos sacerdotes, padres, presbíteros o curas, ahí como los quiera llamar usted, mi amable lector, mientras la tallan grotescamente en la frente del incauto creyente que se acerca para recibirla frente al altar de los templos, santuarios, catedrales, o capillas. Otros la tallan de manera sutil y respetuosa. Y existen los que no la ponen en la frente, sino que la colocan en la cabeza, entre las greñas.
Su significado, según la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, es una señal de luto. En éste caso, tal vez sea el anuncio del luto mundial del catolicismo ante, la proximidad del sacrificio de Jesús, que se recuerda en el lapso conocido como Cuaresma, en el que las personas que guardaban el luto por la muerte de algún familiar o amigo, dejaban de comer carne, de rasurarse, de bañarse; o hacían algún otro sacrificio en torno a lo que comúnmente hacían; aunque los romanos guardaban , o dejaban de hacer cosas como el contenido de los bacanales en los que se sometían de manera cotidiana, incluyendo el comer carne, tomar vino y lo consecuente con mujeres. De esa manera “se desintoxicaban”.
El caso es que, aunque tal vez la Iglesia Católica tuvo la iniciativa de sugerir u obligar a los creyentes a guardar la Cuaresma, también de dejar de hacer algo como el comer carne e ingerir alcohol principalmente; el no ver televisión, ni escuchar música, el no salir de casa, entre muchos etcéteras, hubo muchas personas que aprovecharon para hacer absolutamente todo lo contrario, al viajar a las playas, emborracharse y atascarse de todos los excesos.
Con ello, vino el abuso en la comercialización de productos que fueron encarecidos, como el caso de pescados y mariscos, el aumento en el precio de la hotelería, restaurantes y muchas cosas, lo que impedía e imíde que la sociedad de la clase media-baja pudiera alimentarse, y como se trataba de la famosa vigilia, ni siquiera se atrevía a matar un pollito, por el “temor de pecar” y posteriormente recibir el castigo de Dios; aunque la política real de éste jamás fue el castigar, sino el perdonar.
Por tal motivo, el Papa Juan Pablo II “abolió la vigilia”; o sea, la suspendió, de plano dio la libertad para que la gente pobre coma, o consuma lo que tenga a la mano, y si es carne roja, no importa. Y lo hizo mediante un decreto lanzado hacia todo el mundo, que debería haber sido difundido. Un mandato que debió haber sido transmitido a la feligresía por parte del sacerdocio; sin embargo, jamás lo hicieron, pues desobedecieron la orden, o el deseo del máximo representante de la Iglesia Católica ante Dios.
De plano, a los curitas les valió madre tal suspensión y dieron continuidad a la promoción de la vigilia, tal vez por el temor de que se les caiga la captación de recursos emanados de los creyentes mediante el factor “limosna”, al existir la posibilidad de que se redujera a la vez la presencia de éstos en los templos, principalmente en la época de Cuaresma o Semana Mayor.
Por cierto, en el año de 1943, el que arrojó ceniza a granel fue el Volcán Paricutín, al nacer en Michoacán. Ah, y sí creo en Dios, más no en sus pastores.
Edición: Leticia E. Becerra Valdez
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